La Razón del Equilibrio

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LA RAZÓN DEL EQUILIBRIO
la construcción de la confusión
Macedonio Hernández 




Buenas Noches. Estigmado Sr. Serenelli, estigmado Sr Leto, Dramas y Caballeros: Buenas y Santas.

No hay nada más tranquilizador que el orden y el equilibrio. Por eso la romana tiene un solo plato. Por eso el cuento, cuenta y la fábula, fabula. Pero ustedes y yo sabemos que a nuestro alrededor pulula el mundo. Y para colmo, a veces se nos da por pensar. Y entonces… ¿Cuánto pesa un kilo de pan?

El cuento cuenta, desde aquellos días en Babel, que el universo tiene como once dimensiones y que los cinco sentidos son más de veinte.

Pero nosotros, incapaces de soportar la tensión del desequilibrio y el caos, seguimos aferrados a las viejas fábulas canónicas.
Para nosotros, el sol continúa cayendo alrededor de la Tierra y es de fuego. Para nosotros, el mundo permanece plano y todo en él se ordena con dos variables.

Pues los seis puntos cardinales son cuatro: latitud y longitud.

Por algo nuestra balanza tiene dos platos: hay bien y hay mal, hay noche y día, hay negro y blanco, hay padre e hijo.

Pero Babel perdura en sus oficios de confusión. ¿Cómo responden las fábulas cuando una torre irrumpe en el mundo plano y sus habitantes, desorientados, elevan los ojos al cielo?

¿Cómo equilibrar el espanto de otra dimensión en los juicios?
¿Alcanzará con el espíritu santo?

La moneda tiene dos caras. Todo va mejor con Coca “o” Cola.
Cuando sólo un juicio es ley todo anda bien en el mundo. Basta una romana. Pero cuando dos juicios disputan el poder llega la balanza y todo va mejor con Coca o Cola.

El equilibro se repone optando por uno de estos juicios y declarando la guerra al otro. Nosotros los buenos, ellos los malos. Nosotros el día, ellos la noche. Nosotros los blancos, ellos los negros. Nosotros la ley y la luz, ellos el caos y la oscuridad.
Los otros, los del otro lado, dicen lo mismo.
Todo va mejor con Coca o Cola.

Gauguin tenía razón: “bueno es cuando yo le afano la mujer a mi vecino y malo es cuando mi vecino me la afana a mí”.

La balanza equilibra sus dos platos. Hay orden, don René, o hay descarte. Y si pienso, luego exilio.

Y si aún no logran ustedes el equilibrio, invoquen al mediador. Dos hermanos disputan la división del campo heredado de su padre. Cada uno procura quedarse con la mayor parcela posible. Aparece entonces el mediador. Casi siempre éste adopta la figura de un rey o de un sabio. La solución del mediador es conocida. Le ordena al primero que divida el campo según sus deseos. Luego, le dice al segundo que elija la parte que quiera para él.

Nosotros somos el primer hermano. ¿Quién es el otro? ¿El gran hermano?

El mediador calma nuestra inestabilidad existencial. Entre el empirismo inglés y el racionalismo francés, el eclecticismo alemán. Entre el negro y el blanco, el gris. Entre la Coca y la Cola el guión medio. Todo va mejor con Coca-Cola.

Pero: ¿cuánto pesa un kilo de pan?

En la ciudad de Rosario, a la vera del río, dos hermanos poseen un viejo muelle de pesca. Las gentes, ataviadas con sus cañas, sus redes y su acopio de carnadas, llegan al lugar y enfrentan la puerta de acceso. En la puerta hay un letrero que reza: PROHIBIDO PASAR. Empero, todo el mundo franquea esa puerta sin miramiento alguno.

Los dos hermanos recurren al Gran Concejo de Sabios Deliberantes. El susodicho Concejo sugiere instalar, a continuación de la puerta que reza PROHIBIDO PASAR y que nadie respeta, una segunda puerta. En esta segunda puerta deberá colocarse un letrero que rece: PASE NOMÁS. Esta es la balanza.

Estigmados oyentes, ya vamos terminando. ¿Qué suponen ustedes que harán aquellos que lleguen a ese Muelle de Pescadores del Río Paraná cuando, después de atravesar sin miramiento alguno la puerta con el letrero que reza PROHIBIDO PASAR, enfrenten la segunda, en cuyo cartel puede leerse PASE NOMÁS?

Suficiente. Basta. Dejen de pensar. Dejen de pensar. Regresen al mundo real. Dejen de pensar. Vuelvan al orden y al equilibrio del mundo verdadero. Regresen al mundo real donde es sol es de fuego y un kilo de pan pesa un kilo. Tranquilos. Todo está en orden. Hay bien y hay mal, hay noche y día, hay negro y blanco, hay padre e hijo Tranquilos, vuelvan al mundo verdadero donde la verdad se mide en la romana detrás de la estatua del palacio de Justicia.

Dejen de pensar para que tengan ustedes una semana tranquila y ordenada. Porque el fin de semana que viene tenemos que ir a votar. Tonces, guiados y ordenados por las viejas fábula y sus moralejas, vayamos a votar. Vayamos y votemos por Cristina o contra Cristina.

Así de fácil: Las tres hermanas son dos: ella.

Dejemos de pensar. Vayamos y votemos por Cristina o contra Cristina porque los seis puntos cardinales son cuatro: latitud y longitud.

Dejemos de pensar. Para seguir tranquilos, equilibrados a la romana.

Y para que todo esté como siempre, “un kilo y dos pancitos”…






B   A   B   E   L   B   A   B   E   L
el que lo encuentra es bara él









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