Los Aparecidos | MicroMisterios

.

UniF
La Biblioteca Fabularia
TEATRO DE CUENTOS / ACTO 44 / ESCENA 27
 Misterios, Tusterios, Nuestrosterios





LOS APARECIDOS
(EMPAREDADOS)

pasadyescuchadporplis



Los Aparecidos
Edición Cyrano | 17 de abril de 2011

Oye, qué acordeones falsos.
La lucidez, el muro blanco…
[Severo Sarduy | La cuarta noche]


Buenas Noches.
Vea. He sido invocado a observar un extraño fenómeno que acontece en esta ciudad.
He sido invocado a echar luz sobre la misteriosa invasión de aparecidos que pulula por las calles de nuestra aldea.
Mas no soy yo un iluminado, tonces, apenas podré conversar unos minutos sobre “aparecidos”.

Introito: Hubo tiempos del pasado donde los aparecidos vagaban encierros en casas abandonadas, en estancias de historia trágica y en oscuros arrabales de extramuros.

En los tiempos del ahora, y acaso vista la estrechez de espacio destinado a los serviles emisarios, éstos resultan hacinados en las paredes de la urbe.
Por eso algunos cronistas contemporáneos hablan de “aparecidos emparedados”.

Volviendo al pasado, en aquellos tiempos, se decía que la abundancia de espectros tenía su origen en los mandatos formulados por los Señores del Palacio. Éstos, imponían a las ánimas oprimidas la misión de exhibirse entre la gente para enunciar las demandas por venir.

Los aparecidos que acosan nuestro presente desde las paredes, también nos incitan a tomar juicio.

Por eso, cuando pasamos a su lado, nos sonríen. Mas su sonrisa es forzada, tramposa, embustera.
Dicen que el alma se ve en los ojos. Y la mirada de estos aparecidos devela el profundo vacío de su espíritu, la oscura tristeza de su ser.

Pero están ahí. Nos acosan, nos increpan, nos demandan.
¿Qué quieren de nosotros?
¿Qué esperan de nosotros?
A ver…

Si ponemos un poco de atención podremos escucharlos.
Pero recuerden que, del mismo modo que su mirada expresa el vacío, su palabra desnudará el espantoso sinsentido del discurso.

“Sigamos juntos” susurran algunas aparecidas en la esquina de San Lorenzo y Corrientes. “Sigamos juntos”, dicen, las que jamás estuvieron unidas a nosotros.

“Sabe y hace”, dice de sí mismo, un aparecido en el muro de un baldío de calle Tucumán. Pero nadie sabe “qué es lo que sabe” ni “qué es lo que hace” este espectro emparedado.

Otro, desde la pared de un supermercado, pregona “la fuerza de la esperanza”. La fuerza de la esperanza. Es posible que quiera significar con esto que debemos forzarnos a seguir esperando y esperando…

Y así se mezclan sentencias, lemas, apremios. “Ganamos todos” gesticula un aparecido desde el tapial de una obra en construcción. “Ganamos todos”, y vaya uno a saber “quiénes” serán esos todos.

“En Rosario pongamos lo mejor” anuncia un nuevo aparecido incapaz de definir qué es lo mejor, mientras a su lado, otro, se “compromete a que Santa Fe sea la provincia Nº1 de Argentina”. Pero tampoco es capaz de precisar “Nº1 en qué”.

Desde la extensa muralla de un terraplén están los gritan “El cambio continúa”. Y obviamente, nadie intuye de qué cambio estarán hablando.

Para terminar esta breve antología de voces he de citar a un emparedado que apela al toque amenazante: Cuidado, informa, cuidado que “vuelve el tigre”.

Mi dios. Las paredes de la ciudad usurpadas por aparecidos. Y son Legión. Eso. Son Legión. Ayer mentían promesas. Hoy predican el vacío y la nada.

Si bien la mayoría de los habitantes de la urbe circulan indiferentes a la invasión de emparedados, están los que asumen un gesto contestatario.

Están, por ejemplo, los “Matías”. Los Matías implantan narices de payaso a estos cándidos del dato aparecido. Y están también los que extirpan ojos a los emisarios de pared.

Oyentes del universo Cyrano: Hubo tiempos del pasado donde los aparecidos vagaban encierros en casas abandonadas, en estancias de historia trágica y en oscuros arrabales de extramuros.

En aquellos tiempos, se decía que la abundancia de espectros tenía su origen en los mandatos formulados por los señores del Palacio. Y estos Señores imponían a las almas serviles la misión de exhibirse entre la gente para enunciar las demandas por venir.

Pero escuchen con atención: En los Palacios del Poder nunca hubo espejos. Los Señores del Palacio eran incapaces de soportar su alma especulada.

He sido invocado a observar este extraño fenómeno.
A echar luz sobre la misteriosa invasión de aparecidos que pulula por las calles. Pero lo mío con la luz es más refracción que reflexión.
De todos modos…

De los Matías me llevo al refractario la palabra “pueblo”. Dicen estos plausibles interventores que “construyen ‘con’ el pueblo y no ‘para’ el pueblo”. Estigmados compañeros, tal vez sea útil saber que los que construyen “con” y “para” tienen en común “no ser el pueblo”.

Y a los del pueblo les dejo la palabra “espejo”.
Recuerden ustedes: En los Palacios del Poder no hay espejos. Los Señores del Palacio son incapaces de soportar su imagen especulada.

Pero atención: Las paredes del pueblo, irremediablemente, también reflejan el estado del alma de sus habitantes.

Y esto es todo. Sepan disculpar el pobre pensamiento de este viejo movilero. Buenas noches.




.
.
.

EDICIÓN CYRANO


Cuentan que el fin del mundo ocurrirá
cuando la razón ilumine el último de los misterios
que han dado sentido a la humanidad.

Dicen que Macedonio Hernández
anda tras esos misterios
que aún resisten en el alma de las ciudades.

Algunos creen que
intenta preservar el mundo de su ocaso.
Otros, que está apurando su final.


.....................




No hay comentarios: