MICROMISTERIOS MACEDONIANOS | 12

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UniF
La Biblioteca Fabularia
TEATRO DE CUENTOS / ACTO 44 / ESCENA 13
 Misterios, Tusterios, Nuestrosterios

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imago: Brueghel El Viejo



COMERCIO DE ALAS


La semana pasada dimos crónica al comercio de almas. Esta semana, “Tan lejos tan cerca”, diría el amigo Wenders, nos abocamos a otro mercado: al comercio de alas.

Estoy pedaleando sobre el móvil bicíclico hacia los estudios de la radio. Me cuento circulando por avenida Pellegrini. A mis espaldas ya quedó el cementerio y el GPS montado en la proa de la bici ya detecta el “hermoso” perfil del Palacio de Tribunales. Cito estos parámetros pues, de algún modo, se vinculan al contenido del microMisterio de esta noche.
Oyentes de alma cyrana, vengo de entrevistar al Viejo Brueghel, antiguo morador del municipio quien se dedica al arte de hacer alas para ángeles caídos. Qué me contursi.

El viejo Brueghel, hace ya mucho tiempo, comenzó su oficio comercial de alas en el Balneario Los Ángeles, excelso páramo cito en los arrabales de esta ciudad. Al lugar acudían los plumíferos seráficos con el objeto lavar culpas y deseos en las aguas del arroyo Saladillo.

Sabemos hoy que el buen progreso transformó el arroyo en una cloaca y que aquel inmaculado balneario fue transformado, actualizando la calidad del espíritu urbano, en un basural.
Pero nuestra basuraleza humana suele conservar cierta coherencia ética. En consecuencia, y visto que se trataba de un balneario de ángeles, el basural fundado en el lugar es un basural “a cielo abierto”. Como para no cerrar las puertas a eventuales turistas celestiales.

Es por esto que, aún en los días que corren, el viejo Brueghel visita la zona para recolectar plumas que le permitan confeccionar alas para ángeles caídos.

¿Pero de dónde surge profesión tan particular? Una historia nos permite profetizar que el comercio de alas para ángeles caídos se practica desde hace casi dos mil años.
Y el asunto es, plumas más plumas menos, el que cuento:

“Dicen que, en su patético deseo por regresar al cielo, los ángeles caídos fueron estafados desde siempre por hombres inescrupulosos. Estos hombres los engañan vendiéndoles alas.

A lo largo de la historia, los comerciantes de alas han pagado los oficios de los más grandes maestros de la escultura y de la pintura universal para que ilustren las inexistentes bondades de dichos adminículos de vuelo.

Los templos, los museos y las enciclopedias dan prueba de este fraude infame.

Pues claro está, toda esta iconografía es tan falsa como la virtud impuesta a las alas.

Pero la ingenuidad de un ángel caído, en su patético deseo por regresar al cielo, fue seducida metódicamente por el engaño.

Entonces, los plumíferos celestes estafados, vuelven a caer desde escarpadas barrancas del río Paraná, saltando desde la cima de dantescas antenas telefónicas o monstruosos rascacielos de hormigón armado.

Y aunque parezca extraño, en los últimos dos mil años no se ha registrado siquiera un solo reclamo. Es cierto.

Para justificar este hecho hay quienes afirman que los ángeles no resisten una segunda caída. Y que la humanidad guarda, desde siempre, un sospechoso silencio sobre el asunto. Esto, también es cierto”.

Pero volvamos al viejo Brueghel.

El hombre supo tener un puesto en la Feria de Artesanos de la Plaza del Foro donde exhibía su producto plumífero. La Plaza del Foro es la que se encuentra junto al Palacio de Tribunales. Y se dice que fueron algunos moradores de este palacio los que prohibieron aquella feria de artesanos argumentando que sólo ellos estaban en condiciones de “vivir de feria en feria”. Ergo el lugar del “arte-sano” cedió ante los privilegios al “arte-insano” legislado entre las paredes de mármol de este palacio.
El viejo Brueghel, en afán de sostener su fuente de ingresos, propuso cambiar la feria por un Mercado de Pájaros. Pero las mismas autoridades del palacio negaron permiso pues un mercado de pájaros podría interferir con su Mercado de Jaulas.

La cosa es que hoy por hoy, el viejo Brueghel ofrece su producto en facebook y en algún que otro blog que puede visitarse en internet.
Empero, ya no aparecen clientes dispuestos a la compra de sus alas para ángeles caídos.
Y en virtud de este acontecer es que el viejo nos ha invocado para tratar de explicar el misterio: ¿Por qué ya no se venden alas para ángeles caídos en la ciudad de Rosario?

Y visto que este micro ya toca a su fin, dejo abierto el cielo a los oyentes para que ayuden a encontrar respuesta a tal interrogante. ¿Por qué será entonces, mis amigos, que ya no se venden alas para ángeles caídos en esta ciudad de la Rosa y el Río?

Dicho esto, estigmada muchachada del éter radiofónico, Macedonio Hernández da una pedaleada al costado y sigue.
Cualquier cosa, voy llegando.





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EDICIÓN CYRANO
[DOMINGO 12 DE SEPTIEMBRE DE 2010] 

Cuentan que el fin del mundo ocurrirá
cuando la razón ilumine el último de los misterios
que han dado sentido a la humanidad.

Dicen que Macedonio Hernández
anda tras esos misterios
que aún resisten en el alma de las ciudades.

Algunos creen que
intenta preservar el mundo de su ocaso.
Otros, que está apurando su final.


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